Metas colectivas para sanar al mundo

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible marcan un camino entre la paz y la transformación de paradigmas.

Por M. J.

Cuando tenés 37 grados de temperatura corporal estás en el límite; cuando sube a 38, ya es fiebre. El cuerpo manifiesta que algo no anda bien o que está luchando contra algún virus o bacteria que quiere que se transforme o muera y abandone el organismo.

Algo parecido le está pasando al planeta. Desde la era preindustrial, la temperatura global subió un grado y quizás un poquito más y si el desarrollo industrial sigue basándose en combustibles fósiles (petróleo, gas, carbón) puede llegar a subir 2 grados en total en poco tiempo, nivel que imposibilitaría la vida humana en la Tierra. El noviembre pasado, en París, se reunieron 195 países del mundo y se pusieron de acuerdo en el marco de la ONU para detener ese calentamiento. Casi un acuerdo de paz, países enemistados económicamente, países hegemónicos en el mercado global y otros más humildes, asiáticos, americanos, europeos, africanos, islas de Oceanía, todos firmaron.

En otros escenarios menos “oficiales” se analizaron causas estructurales y sistémicas de esta crisis y se propusieron medidas para posibilitar un bienestar para la Humanidad en armonía con la Naturaleza. Así lo vienen discutiendo y pactando desde la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra en Cochabamba de abril 2010, y su segunda edición del 9 al 12 de octubre de 2015, en la Cumbre de los Pueblos de Río+20, la Pre COP Social de Isla Margarita de noviembre 2014 y la Cumbre de los Pueblos de Lima, de diciembre 2014.

Según datos de la ONU, la mitad de la humanidad -3500 millones de personas- vive en ciudades y para 2030 la proporción subirá al 60 por ciento. 828 millones de personas viven en barrios marginales y el número sigue aumentando. Esto sucede en el 3 por ciento de la superficie del planeta que ocupan las ciudades, y en tan pequeño espacio representan entre el 60 y 80 por ciento del consumo de energía y generan el 75 por ciento de las emisiones de carbono.

Entonces, dentro del acuerdo de bajar las emisiones de CO2 (ver en el glosario Calentamiento Global), se convinieron 17 Objetivos para el Desarrollo Sustentable (ODSs). Un punteo revolucionario si se lo lee, una promesa enorme que todavía se ve lejana, aunque ya está puesta en marcha. De todos modos, estar informados sobre este desglozado de más de 130 metas que incluyen a la igualdad de género, a la erradicación del hambre, de la pobreza, de la violencia, puede ser una forma de hacerlas realidad. Utópico, sí, pero parece que este presente nos lo pide. Cuesta creer que las naciones se estén comprometiendo seriamente, cierto. Pero China ya está en marcha para abastecerse de energía solar, el Papa Francisco manifestó a través de la Carta Encíclica Láudato Si la necesidad y urgencia de cuidar al planeta y hasta usa términos como Pachamama en sus páginas. Pareciera que vivimos un presente de profunda transformación que no se pasa por TV, que se vive en las costumbres diarias. El flamante documental de Leonardo Di Caprio para la National Geografic, Before the flood, lo dice casi todo.

La filosofía Advaita Vedanta de la India afirma que la dualidad no existe, que la división es una invensión de nuestras mentes. Lo que es afuera es adentro, el otro soy yo. Todo indicaría, entonces, que al mundo lo hace cada ser, cada uno y sus costumbres vitales, sus pensamientos y su manera de vincularse con los conflictos. En este link están expuestos esos 17 objetivos que se firmaron en este acuerdo histórico de la ONU. Se supone que tenemos que pensarnos de acá a 2030. Y, para conocimiento popular, eso es poco tiempo. ¿Es poco? ¿Es mucho? ¿En qué mundo vivíamos en el año 2000? ¿En qué mundo queremos vivir?

Los 17 Objetivos de Desarrollo Sustentable: