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ENTREVISTA

Arquitectura sustentable: habilitar la vida

“Si se sigue en el negocio de hacer monoambientes con materiales baratos para hacer más diferencia de dinero, se le devuelve esa idea de escasez a las personas que van a vivir ahí”. Eso nos cuenta Sebastián Cabral, arquitecto especializado en el espacio como concepto y forma. Suma su mirada un especialista en arte japonés. Experiencia, ambientación y sentido.

Por Mariana Jaroslavsky


“Hay algo que se corresponde en el espacio y con la forma en que vivimos con nuestra espiritualidad y nuestros dones”, afirma Sebastián Cabral. Foto María Vidal.

Los elementos que la componen. La estructura, los adornos y la distribución. La forma de abastecerse de energía, a lo que nos invita por la distribución de sus ambientes, la decoración. Las características de una casa, de un espacio en donde se habita podrían ser distintas para cada persona, si echamos una mirada renovadora sobre la arquitectura y la construcción actual que parecen meternos a las personas en estructuras preconcebidas en lugar de ayudar a concebir un espacio para el potencial vital individual.

“Un hogar integral  y sustentable es un espacio que devuelve la posibilidad de acciones sanas con uno mismo. Las acciones sanas tienen que ver con nuestras costumbres de salud física, mental y espiritual. En la medida en que estas acciones tengan una contención espacial el ser humano va a poder desplegar lo que trae como don”, asegura desde su taller de arquitectura, de música y de danza, Sebastián Cabral, arquitecto, músico y bailarín, constante investigador del espacio . Para explicar mejor su idea, continúa: “Hay que pensar espacios que desplieguen al ser humano y que no le  metan más ideas en la cabeza de lo que está bien o mal. Hay mucho dogma espiritual o mental y eso se lleva a la construcción, a lo espacial”.

Las necesidades básicas modernas se redujeron al uso de los sanitarios, a comer –no necesariamente a cocinar-, al uso de la tecnología y a dormir, o cualquier cosa que se quiera hacer en la cama. Pero Cabral recomienda tener un espacio que conecte con el arte, el vacío, la creatividad. “Es necesario un lugar para lectura, taller de arte, una sala de meditación, de costura, lo que sea, un espacio que tenga que ver con los dones de la persona. Si los talentos no tienen contención, el humano queda desprovisto de espacialidades que lo ayuden a desplegarse”, invita a abrir las alas.

“Que los espacios tengan arte, plantas, que nos conecten con la belleza y la naturaleza, con el tiempo”.

Esperanzadora la visión del arquitecto que estudió arquitectura védica en Varanasi, India, y que se introdujo en técnicas de construcción ecológicas y naturales en la Puna argentina, además de haber viajado bastante por Sudamérica. Considera que todos tenemos dones o talentos, términos casi bíblicos que podrían incomodar, pero que los simplifica: “Lo primero que le pregunto a alguien que pide un diseño es qué le gusta hacer, de qué disfruta, qué lo hace sentir vivo”, para asegurarse así de que tenga un espacio que le facilite experiencias integrales, que lo ayuden, como dice el multifacético arquitecto, “a desplegarse”. “Por mí, poné paredes de cemento si querés. Pero la acción tiene que estar contenida, si no, te corto las alas. El hombre no es un máquina, trae cosas de otros lados”, afirma vehemente.

Plantas sí, ¿cuadros de la abuela no?

Vamos armando la maqueta. Una casa espaciosa, no necesariamente grande en sus dimensiones, con buena circulación para que al caminar, por lo menos, no nos choquemos con cosas.

-          Y eso ¿cómo se decora?

Hay que tener en cuenta que cada objeto tiene una memoria. Preguntarse qué memoria activan las cosas. Por ejemplo, si tengo un adorno que me regaló alguien que no me transmite buena onda, ¿para qué lo voy a tener? ¿Para qué tener cosas rotas, escondidas?

Cabral, que tiene entre manos la construcción de una escuela de Pedagogía Waldorf, ha construido desde casas a un estudio de música en el que no dibujó paredes rectas, es todo el espacio un fractal inspirado en la figura de un abrazo. La idea es generar cobijo, calidez e inspiración.

Por su formación y prácticas –meditación, yoga, danza y música de la India- por fuera–o junto con- la arquitectura, su visión transmite la influencia hindú en la búsqueda del sentido: “Para mí lo ecológico es que haya espacio para acciones presentes. No necesitamos que haya pilas de libros ni demasiados objetos. Para que la vida acontezca hay que hacer lugar. Dejarse atravesar por el vacío”. También la visión de su maestra de Danza Contacto Improvisación, Cristina Turdó, quien declaró para una de las investigaciones de Sebastián que “hace falta empezar a movernos en un espacio esférico, porque somos esferas”.

-          ¿Cómo conectar con lo circular, entonces?

Para salir del pensamiento binario, de si las cosas son A o B, blancas o negras, viene bien incluir en la casa elementos de la naturaleza que nos hagan recordar la nuestra: plantas, piedras, caracoles, figuras espiraladas. Yo no tengo ángulos duros, soy movimiento, soy una acción en un cuerpo. En el Vastu Sastra (disciplina hindú védica sobre arquitectura) el centro es Brahma, es el vacío, eso permite que uno pueda entrar y salir del espacio libremente. Por otro lado, los caminos se suelen diseñar rectos, líneas rectas, sin sinuosidades ni curvas, no te invitan a la aventura, te llevan a resolver, ir de A a B. Ese es el concepto de Occidente en el que no importa tanto el proceso, importa que llegues. Importa que hagas pis y caca, no cómo es el baño, ni cómo llegás a el. En India, viendo a una mujer vistiéndose con su sari de seis metros caí en la importancia del proceso, cómo honra ir plegando la tela hasta estar vestida. En Occidente se honran sólo los resultados.

Fue la Cátedra Gonzalez Pedemonte de Arquitectura de la UBA a la que le debe su primera aproximación a su profesión como el producto emergente de una sensación en contraposición al cumplir con un plan métrico según la dimensión predeterminada y cuadrada que le proponían las otras cátedras.

-          ¿Qué es la arquitectura dentro de este marco?

Si se parte de la sensación se puede, no sólo trabajar el cuadrado habitacional, se pueden trabajar texturas, sensaciones, a través de un color, de un revoque de determinado tipo o de algún material que te genere una emoción, o una contención, que genere sensaciones. No es lo mismo la madera, que es flexible, cálida, que el hierro, por ejemplo, que toma todo tu calor corporal y es frío. La arquitectura puede ser una disciplina muy conectada con el otro, un servicio, porque vivimos en espacios. Ahora, si nos quedamos en el negocio de hacer más monoambientes con materiales más baratos para hacer más diferencia de dinero, le devolvés esa idea de escasez a las personas que van a vivir ahí. Es como un alimento balanceado para perros, te dan lo básico.  

Cabral también estudió Escenografía y Dirección de Arte, lo que lo llevó al teatro, pero la urgencia de la resolución inmediata de las producciones lo alejó de las tablas. Más le gustan los procesos lentos y el disfrute de la respiración, como cuando medita.

Simple y puro

En el mismo camino que Sebastián Cabral, Guillermo Bierregaard , director Casa Minka, un histórico museo de arte y arquitectura japonesa ubicado en San Isidro, Buenos Aires, comparte otra mirada oriental: “La filosofía del zen convierte a la arquitectura residencial en algo más filosófico que práctico ya que esta secta tiene influencia en todas las facetas de la vida. El zen rechaza el intelecto como única forma de conseguir el conocimiento en la realidad de las cosas y considera la experiencia inmediata como la forma más directa de alcanzarlo. De hecho, el culto del té es un método realista de elevar la consciencia, de vivir a través de un encuentro directo con la esencia más básica de la vida, el refugio y beber. Nada de esto inventó el zen y por lo tanto no creó la forma y expresión de la residencia japonesa. Le dio sí un significado simbólico a la forma”.

En línea con las palabras del arquitecto, Bierregaard suma la medición japonesa para definir el tamaño de los ambientes: “Si se quiere considerar la economización de los espacios, hay que saber que hace más de 400 años se construye modularmente en Japón y desde ese momento se empleó el módulo para definir el tamaño de los tatamis y a partir de ahí se determinó el espacio para que el ser humano se sienta cómodo, según cuántas personas ocupen el espacio”. Y del otro lado de la optimización del espacio, los japoneses son maestros de simplicidad. El especialista en cultura nipona comparte que al hablar de esto “hay que partir de la falta de medios y la pobreza y no de restringirse conscientemente. Justamente, el mérito del zen es revelar la belleza inherente en la simplicidad consciente, no como el resultado accidental de circunstancias indeseadas sino de una expresión intencional de significado profundo. Se descubre así no la simplicidad sino la estética de la simplicidad y esa es la verdadera contribución que debe considerarse”.

Simple, sentida y funcional al desarrollo humano, la vivienda no es una estructura predeterminada.

 

“Si se parte de la sensación se puede, no sólo trabajar el cuadrado habitacional, se pueden trabajar texturas, sensaciones, a través de un color, de un revoque de determinado tipo o de algún material que te genere una emoción, o una contención, que genere sensaciones”